viernes, 13 de mayo de 2011

Bronquiolitis

Yo he tenido la suerte de que mi primer hijo no tuvo bronquiolitis. No sé de qué dependerá que algunos niños la desarrollen o no; supongo que los que tienen los pulmones más fuertes y resisten mejor no la cogen (pero no tengo argumentos pediátricos para esto).

Pero Gonzalo, mi segundo hijo, ha tenido bronquiolitis una y otra vez desde los tres meses. Ahora, por suerte, desde hace casi un año, no la sufre. Parece que lo suyo ha sido un caso leve (al fin y al cabo no ha estado hospitalizado nunca) y que con el tiempo ha ido disminuyendo. Pero quiero contar lo que suponía para aquellos padres que lo sufren y no saben qué pasa.

La bronquiolitis no es más que la inflamación de los bronquiolos, y lo normal es que a los dos años pare de repetirse. Lo malo es que una vez que el niño la coge, se repite una y otra vez, cada vez que el niño se resfría. Lo que en un niño cualquiera es un simple constipado (resfriado), en un niño con tendencia a la bronquiolitis se convierte en mucho más: se agita, no puede respirar bien, le suena la espalda y se oyen pitidos. Lo de que "le suena la espalda" es fácil saberlo: basta con apoyar la mano en la espalda del niño y notar los mocos que fluyen por ahí. Y los pitidos son parecidos a los que tiene un asmático cuando no respira bien.

Ahora bien, qué hacemos. Es muy importante que procuremos que el niño coja resfriados lo menos posible. En invierno, por supuesto, que vaya siempre abrigado (pero sin pasarse, porque los sudores y el frío posterior tampoco son buenos). Y en verano, cuidado con los aires acondicionados y con las piscinas, sudores y el exceso de humedad. Gonzalo desarrolló bronquiolitis a los 3 meses, en plena primavera. Parece que su mucosidad tiene base alérgica, aunque aún es pronto para saberlo a ciencia cierta, y es verdad que durante la primavera fue cuando peor ha estado siempre que ha tenido bronquiolitis. Otro momento clave fue un verano, en que no tenía ni un año, en el que fuimos al sur. El exceso de humedad, las corrientes de aire y el calor excesivo le hicieron resfriarse, y al día siguiente, zas, bronquiolitis otra vez.

El tratamiento: según tengo visto, hay dos tendencias. Hay pediatras que sugieren no hacer nada, nada más que hacerlo dormir en posición medio-vertical, mucho líquido, pero en pequeñas dosis, si acaso algunos aerosoles con suero, y poco más. Yo estaba tan cansada de la situación que busqué otras alternativas, y decidí ir a ver a un neumólogo. Fue mi mejor decisión: es cierto que el niño estuvo tomando medicinas preventivas durante mucho tiempo, pero también fue desde entonces cuando los episodios de bronquiolitis se redujeron más de la mitad. La neumóloga nos dio un tratamiento que no cubre la seguridad y que me costaba unos 40 euros al mes, durante unos 8 meses, pero mereció la pena. Además de eso, en los momentos de crisis: ventolín en aerocámara (un utensilio que cuesta unos 30 euros, porque la seguridad social te cobre solo parte), aerosoles con suero y 3 días de corticoides si el niño realmente tiene dificultades para respirar. Este es el tratamiento, me lo sé de memoria porque lo hicimos tantas veces... Y cada vez que iba a urgencias me soltaban el mismo rollo: "3 días de corticoides, X gotas cada 12 horas, 2 puff de ventolín cada 6 horas (y luego vamos espaciando) y aerosoles por lo menos 3 veces al día". Me refiero a los médicos de esta corriente, la de medicar, porque como ya he dicho hay otros muchos que recomiendan no dar ninguna medicina.

No sé quién tendrá razón, pero yo estoy encantada con la neumóloga que trató a mi hijo. Ya parece que se dedica a pediatría general, pero sin duda si algún día tengo algún problema con Gonzalo o con Olivia, será a ella a quien acuda.

Olivia por suerte ha tenido bronquiolitis solo 2 veces, y muy leves. Todavía es pequeña y seguro que el invierno que viene me sorprende con más episodios, pero la experiencia con Gonzalo me deja tranquila porque ya sé qué hacer en estos casos.

A los padres que tengan este problema: en cuanto notéis que las toses del niño no son simples toses, sino que van acompañadas de una agitación, al punto de que veis que al peque le cuesta respirar, lo cual suele coincidir con notarle los mocos al niño poniendo la mano en la espalda (y si le da fiebre al niño, más todavía), id al médico, no lo dejéis estar. Mejor una visita a tiempo que una bronquiolitis que derive en neumonía. Eso sí que tiene que ser mucho peor. Gonzalo estuvo a punto una vez, le hicieron placa de tórax y todo, pero por suerte no llegó a tenerla porque le trataron a tiempo.

Espero que mi experiencia os ayude. Si queréis saber más sobre este tema, visitad este blog: http://elmedicodemihijo.wordpress.com/2010/12/10/en-estado-de-alarma/

2 comentarios:

  1. Julieta Fernández de Landa19 de agosto de 2011, 15:46

    Hola, Jimena:
    No podría estar más de acuerdo con lo de no dejarse estar. Cuando una mañana de julio me llamó la pediatra de Malena al móvil para decirme que tenía el resultado de la RX de tórax y que se trataba de "una neumonía muy grande en el pulmón izquierdo" y que la llevara a urgencias se me aflojaron las piernas y se me cerró el pecho. Estas infecciones son muy difíciles de diagnosticar, por lo menos en nuestro caso, lo que en apariencia era una simple tos y solo febrícula, se prolongó más de lo normal hasta devenir en neumonía. Te aseguro que ya no volveré a subestimar la tos.
    Me encanta el blog. Me identifico mucho con las experiencias que compartes. Saluditos.

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  2. ¡Gracias, Julieta! Me alegro de que te guste el blog. No escribo mucho por falta de tiempo, pero sí siempre que se me ocurre algo realmente útil.
    Espero que Malena esté bien. Por mi experiencia, con el paso de los meses va a ir mejorando. Mi Gonza, que ahora tiene casi 3 años, ya no tiene episodios de bronquiolitis desde hace casi año y medio. Es debilucho (catarros y eso) pero al menos no tengo que salir corriendo a urgencias cada dos por tres.
    Besos

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