Antiguamente
se creía que enseñar idiomas a un niño de un año no tenía ningún sentido porque
podía confundirlo e incluso retrasar el desarrollo de su habla. Mucha gente aún
lo cree. Sin ir más lejos, mi madre, que es pediatra, cuando decidí hablar a
mis hijos en inglés fue la primera en criticarme, sobre todo al ver que mi
hijo, con casi 3 años, apenas hablaba en castellano.
Pero
hoy en día se ha comprobado que los bebés, desde los 7-8 meses, son capaces de
distinguir los sonidos de una lengua y otra, y por tanto, no las mezclan en su
cabeza, aunque nos pueda parecer lo contrario.
Los
bebés nacen en un mundo lleno de ruido y poco a poco son capaces de interpretar
sonidos y dar sentido a lo que escuchan. Una de las primeras cosas que un bebé
debe aprender es dónde empieza una palabra y dónde termina, en un flujo de
conversación. No es una tarea fácil, porque los espacios que percibimos entre
las palabras de una oración son evidentes solo si estamos familiarizados con el
idioma que se habla. Es difícil reconocer límites de palabras en otros idiomas
que nos son ajenos. Y un bebé, a los 7-8 meses de vida, es capaz de extraer las
palabras de una oración. De hecho, más tarde, cuando se inician en el habla en
su lengua materna, lo primero que son capaces de reproducir son palabras
sueltas.
Durante
los primeros seis meses de vida la mayoría de los bebés son expertos a la hora
de distinguir sonidos. Por ejemplo, un bebé japonés puede distinguir la
diferencia entre "r" y "l", un desafío que en su edad
adulta se volverá cada vez más difícil; y los bebés de habla inglesa pueden
discriminar entre vocales suecas y alemanas, o los sonidos españoles
"b" and "p," cosa que no resulta tan fácil para un nativo
inglés en su edad adulta.
Es por eso
que, cuando los padres nos planteamos educar niños realmente bilingües, los
expertos aconsejan hablarles en los dos idiomas desde el principio, o como muy
tarde, desde el séptimo u octavo mes de vida, que es cuando los niños comienzan
a iniciarse en el lengua.
Casi
todos los seres humanos adquieren un lenguaje (y a veces más de uno), al nivel
de la competencia nativa, antes de los 5 años. ¿Cómo es posible que los niños
puedan con tremendo desafío en tan poco tiempo? ¿Aprenden los niños igual que
los adultos? La mayoría de los investigadores afirman que en el proceso de
adquisición de una lengua intervienen tanto un factor biológico (innato) como
un factor medioambiental. Algunos indican que los niños nacen con “dispositivo”
biológico innato para entender los principios y organización común de todas las
lenguas. Según esto, aunque un niño no esté preparado genéticamente para hablar
idiomas como el danés o el japonés, la gramática universal les permite aprender
las normas de estas lenguas con más facilidad que a un adulto, incluso de forma
totalmente intuitiva, y por eso son capaces de hablar con fluidez en un idioma
durante los primeros años de vida.
De
hecho, la infancia es un período crítico para el habla en general. Los niños, cuyas
dotes comunicativas se están desarrollando durante toda esa etapa
preadolescente, poseen una facilidad innata, en comparación con los adultos,
para aprender una segunda lengua, especialmente en el entorno natural. Mientras
que un niño aprende mejor en un entorno de “inmersión total” en la lengua
extranjera, con muchos adultos funciona más el método tradicional del aula. Es
decir, mientras que un niño aprende casi sin darse cuenta, un adulto necesita
estudiar y repasar conceptos: su mente no es tan maleable y flexible y aprende
de otra manera.
Los
adultos, a pesar de no poder aprender de forma tan rápida y sencilla como los
niños, sí pueden aprender idiomas y llegar a dominarlos, pero son pocas las
personas capaces de imitar el habla y acento de un nativo de dicha lengua. La
infancia, sin embargo, es un período crítico para dominar ciertos aspectos de
la lengua, como la pronunciación, ya que es entonces cuando se aprenden los
sonidos. Por eso cuando se aprende un idioma desde la infancia, es más probable
que la pronunciación sea más cercana a la de un hablante nativo que cuando se
aprende un idioma ya en edad adulta.
Conscientes
de la necesidad de dominar uno o más idiomas de cara al mundo laboral, hoy en
día cada vez más padres desean criar hijos “bilingües”. Los que pueden (madre y
padre de distinto origen) lo hacen ellos mismos; los que no, se apoyan en niñeras
de otras nacionalidades y colegios bilingües.
Pero,
cuidado, me gustaría destacar que muchas veces el término “bilingüe” se emplea
de forma errónea. Un niño bilingüe es un niño con dos lenguas maternas, es
decir que es capaz de expresarse con la misma fluidez y pronunciación en dos
idiomas (por lo general, el idioma de sus padres). Recordemos, además, que
Ahora
bien, ¿cómo iniciar a un niño de 2-3 años en el aprendizaje de idiomas? La
mejora manera es exponer al niño a un entorno lo más natural posible y
enseñarles a repetir palabras y luego frases muy cortas. Ellos mismos, tras una
exposición continuada al idioma en cuestión, serán capaces de formular frases
nuevas gramaticalmente correctas, para sorpresa de todos. No pensarán en si se
trata de una frase en afirmativo, en negativo, si es un imperativo, si se pone
“s” al verbo o no… Todo lo harán de oído, y de esa manera adquirirán un nivel
en dicho idioma difícilmente alcanzable por un adulto.
En
resumen, en la infancia, los idiomas deben aprenderse de forma natural. Al
igual que los bebés aprenden su lengua materna. Al principio, los niños que
aprenden un idioma con este método tendrán solo conocimientos pasivos, es
decir, serán capaces de comprender todo lo que se les diga, pero no hablarán;
pero un buen día comenzarán a decir palabras sueltas, y luego frases. Igual que
aprende un bebé. Este es el método que funciona si realmente queremos que
nuestros hijos aprendan una segunda lengua.